martes, 30 de marzo de 2010

INFLUENCIAS LITERARIAS

INFLUENCIAS LITERARIAS

IGNACIO MARTÍN (De Edición de autor)


Primero fue la vodka,
así le decía Julio;
luego el whisky, sin castellanizar
y con San Pellegrino:
medio Europa y medio guerra fría,
contradictorio siempre.

Del cerdo, hasta el andar.
Un vino, desde luego.
Un bife de chorizo, una gordita.

Películas románticas,
también todo lo negro,
novelas, Humphrey, el jazz;
los Simpsons
–son la neta–
y los dibujos animados
(me gusta hasta Walt Disney, te diré).

Gozo a Vallejo,
a Lorca,
Arreola, Rulfo,
Julio y Miguel me son imprescindibles.

Sobre todo,
disfruto de un estante
amontonado
con todos vuestros libros,
sean en papel
o no.

Y escarbo en todo
buscando
todavía…
PICA EN FLANDES

Para Luis Fernando, por las cosas en común

Yo no soy trasgresor de los espacios
de las cantinas;
no voy a ellas a hablar nomás de la poesía,
a verme superior,
a bañarme de pueblo
para no oler tanto a ratón
de biblioteca;
a crearme un mundo propio que se vea
evidentemente
con toda y radical
oposición.

Prefiero ser un trasgresor de la poesía,
renegar,
rasgar las vestiduras
de los que la volvieron un poco puta
o sorda.

ARREOLITA CONSCIENTE

ARREOLITA CONSCIENTE
(De Edición de autor)

Ignacio Martín

Para Fernando

La literatura que amé se ha convertido en cuento.


Se me convierte en cuento cada vez que, rilkeando,
no puedo hacer más cosa que escribir,
aunque no escriba cuentos, qué más da.

¿Qué son los géneros, dices, mientras clavas
académico, en mí, tu absurda daga?
(En mí puede cambiarse por cerril, al gusto).

Yo simplemente gozo al escribir,
al escribirte,
y nos escribo y gozo y soy más yo
y mejor;
alguien en un café me está leyendo
y siente una pequeña picadura.

El primigenio caos se va ordenando
y todo es realidad
de otra manera…


Yo soy el lugar de sus apariciones.

domingo, 7 de marzo de 2010

Por amor a las letras

POR AMOR A LAS LETRAS,

Mónica Morales Rocha

en mi ardiente adoración a las palabras
terminé por convertirte en sustantivo
—núcleo del sujeto de mi oración—.

Fuiste entonces el tema central de mis textos
elemento permanente en mi discurso
al que adjetivé con lascivia e impúdico ardor.

Capricho gramatical
arbitrariedad sintáctica
rompiendo cuanta regla se interpusiera
escribí a mi antojo la historia de los dos.

Hoy te encuentro en estas hojas
en las mudas palabras
que viven quietecitas sobre el papel,
esperando ser leídas.

Te leo, te recorro frase a frase
centímetro a centímetro
de líneas rectas y curvas
que danzan ante mis ojos.

Y existes aquí,
en el silencio de estos poemas
que gritan tu cuerpo,
tu aroma, tu voz
que cuentan la historia
que escribimos juntos
ahora que, seguramente, duermes
bajo la pluma de alguien más.


LA MISMA HISTORIA

LA MISMA HISTORIA

Mónica Morales Rocha

Ya no hay recursos discursivos
entre tú y yo...
narraciones mutuas hasta el cansancio.
Terminamos reduciéndonos a texto.

No queda nada ya por recrear
imaginamos todo lo imaginable
agotamos el elemento sorpresa.
Somos iguales, hasta en la letra.

No fuimos nada excepcional
repetimos la historia de siempre
el mismo cuento, mil veces dicho.
Por lo mismo, el final fue predecible.

Sin embargo,
a los dos nos traiciona
el absurdo vicio
de la lectura mutua.
Volveremos a buscarnos en algún tiempo
cambiaremos de portada
integraremos algún argumento fútil
al prólogo de la nueva edición
porque así somos tú y yo
un par de necios, de recurrentes ilusos...
Quizás tendríamos que intentarlo
en otro idioma.

jueves, 4 de marzo de 2010

Al Grupo de la Concha

jueves, 4 de marzo de 2010
Al Grupo de la Concha,
Reunión de artistas de la letra
blogspot.com




Cuando escuché a los amigos decir que abrirían un blog llamado así, realmente no supe si reír o llorar y entiéndase la frase en todos sus sentidos, hasta los que no tiene.

Surgió en una charla de ésas en las que el apellido no puede escapar a las alusiones jocosas –de las que yo misma no puedo sustraerme–, divertimento ineludible con el que los amigos profieren juegos que rayan en el albur sin llegar al soez impertinente. Así que reír o llorar fue el tajo de perplejidad que cayó sobre mí ante algo que por su jocosidad podía provocarme las más sonoras y regocijantes carcajadas, o que, por su significado vulgar, podía remitirme a los más bajos confines del albur, o bien, que, por su intención, podía transmitirme la calidez de la amistad y la calidez de quienes aprecian lo trabajado y lo gastado y desgastado en esta ingrata pero amada labor por la cultura, y esto puede hacerme escurrir lágrimas y lágrimas por los surcos oculares prolongando el nudo al que el tajo movió a mi garganta. No obstante que a algunos suene a “homenaje” –y destaco las comillas por inmerecido e improcedente, en lo que la razón no les falla, por supuesto–, yo me quedo con la calidez de los amigos.
      Y, sin saber todavía si reír o llorar, este apellido que el destino me dio al nacer, además de sus connotaciones picarescas, tiene otras que son las que yo invoco en mi trabajo cultural y literario y en la vida diaria que son aquellas que la concha del mar ha inspirado en diferentes culturas: fecundidad, procreación, la concepción, concebir, crear. “Concha” para los aztecas era el símbolo del dios de la luna, Tecaciztécatl que representaba la matriz de la mujer al igual que en otras culturas, por lo que no ha sido gratuito que para argentinos y latinoamericanos de otros países tenga esa acepción en el sentido vulgar, sin embargo, su significado formal y profundo es el de nacimiento de la vegetación y de la vida; la perla que encierra la concha en sus entrañas simboliza el producto, lo creado, vemos a Afrodita, como una perla, nacer de una concha en las aguas de la isla de Chipre, lo que no deja de tener su connotación erótica pero tampoco la de crear y podemos añadirle la del amor en la creación. En la cultura maya, la concha estaba hondamente asociada al mundo subterráneo, al de la muerte, pero de la muerte surge la vida como la de las plantas que germinan en la tierra, una concha junto a un sol representaba al Sol Negro, es decir, al sol en su camino más oscuro: la noche, de la noche sobreviene el día, la noche gesta el nuevo día, procrea; la concha gesta la perla, procrea.
      Sea éste, entonces, pues, un espacio cuyo nombre nos ennoblezca con sus simbolismos sagrados y no con ni por los de esta insignificante mortal cuyo único mérito es el de gozar de la magnánima amistad de quienes –sobre–valoran su trabajo, y colmen a estos espíritus escritores y artísticos de las virtudes de concebir y procrear... perlas de arte.