martes, 28 de octubre de 2014

ESTERTOR DE PIEDRAS, VIENTO Y MAGUEY A Cristina de la Concha y su obra de arte México se pinta solo

ESTERTOR DE PIEDRAS, VIENTO Y MAGUEY
A Cristina de la Concha y su obra de arte México se pinta solo.


 
    

Sangre  muerte y dolor
hasta el hartazgo
es inconcebible
es estertor en la piel del elote naciente
boca inmisericorde
arpón que escribe tu historia en catalasa
pies descalzos en rutas repletas de fuego                                             
manifiesto de piedras y ruinas
vestigios y  ritual de la luz
México te sostengo en mis manos
y bebo el eco de tu perla escondida
y en el mar de aromas
donde apenas eres un pececillo
pronto a morir
paz es vid ausente
lagrimales en ojos de rabia
caimanes en ceremonia
cornucopio vacuo
remilgos en hojas
plumas del rojo corazón
algodonera en llanto
de aves y serpientes
agua del desierto que
sucumbe al maguey bendito
meciéndose en sombreros
y en danza de derviches circenses
y falanges clamando
en lámparas y genios
y telares de águilas y potrillos
hilando historias de mujeres
que en templos son exhibidas
al mejor postor
a ver si la hamaca de fuego
se escribiese en tus manos lápices
y la noche se escurra entre las piedras
antes del grito en caños ancianos


 


 


© Gloria Dávila Espinoza México, D.F., agosto 5 de 2014.

domingo, 5 de octubre de 2014

Del nuevo sol seamos valvas… Cristina de la Concha

Como ostras y conchas
que benevolentes
hacen suyo el mal
para volverlo un bien
y en perlas calcifican
parásitos entes
que a sus entrañas se atreven,
sea este México ahora
este México que hoy hondo entristece
 
iridiscente sea nuestra luz
nuestra risa náhuatl
o purépecha
nuestra música
y oremos en hñahñú
para su acústica cimbrar
y, como el nácar,
envuelva
en una capa y otra
las muertes y sus verdugos
los mercenarios y sus yerbas
alucinógenos
y abarrote
de párvulos a la alza
elevemos nuestra sustancia en espiral
cual almeja de simetría perfecta
con los hilos que bordan nuestras mujeres
y los zenzontles
y los enlarvados magueyales
y los guijarros en los ríos
y Popocatépetl
y Xilonen
enrollemos hacia el cosmos
con el gran Quetzalcóatl en la casa de madera
y el ojo que mira desde el acantilado
y los rostros de Huapalcalco
con huitlacoche
y el jehuite
y los sabedores toltecas
y “la dama de los verdes campos”
-Xiutlaltzin-   
y las piedras que se alzan al sol
los tlacuilos
y el Azul Maya
-que somos riqueza, no olvidemos,
riqueza de tanta cultura-,
sean nuestros tejidos,
y el mestizaje de paladar exquisito,
y Mayahuel entre las pencas,
y el picor de nuestros chiles,
el nácar que segregue
esta tierra mexica de su vientre
y con él cubra
los males que la habitan
y de ellos procree
las perlas platinadas,

Del nuevo sol
seamos valvas…

 


Cristina de la Concha